sábado, 23 de agosto de 2014

Plácidamente

 Crepitaba un fuego en el hogar, frente a mí. Su calidez obraba en mí una sensación de bienestar, al tiempo que respaldaba la agradable e inocente seguridad  de que estaba a resguardo. Hallábame sentado en una silla de madera noble que comprara años atrás; fresca contra mi espalda, como tratando de equilibrarse con el manso fuego. Mis ojos estaban cerrados, mas no dudaba yo de todo esto.
 En efecto, no hubo duda alguna acerca de dónde me encontraba hasta la brisa. Esa sola caricia del viento bastó para devolver mi mente a otro lugar y me obligué a abrir los ojos.

 Me obligué a abrir los ojos, y de pronto todo era luz, y no era luz como la del fuego; aquella luz ardía en los ojos y la piel. Mi cara fue deformada hasta convertirse en una mueca de puro horror; minúsculas agujas de luz se hundían despiadadamente en mis pupilas y mi boca se abrió para proferir un grito, un alarido de dolor que quedó atrapado en mi garganta seca y martirizada. Un huracán tronaba en mis oídos y, al tratar de tomar aire, boqueé impotente, incapaz de respirar aquel aire tóxico. Cada punto de mi cuerpo era presa de un terrible escozor que me hacía desear morir, y sentía arañazos en todas aquellas partes que no tocaban la silla, puesto que la madera fresca era ahora metal al rojo, abrasando y despellejando mi carne. Hervían mis lágrimas, mi pelo se consumió en llamas, se carbonizaron mis uñas.

 No sé por qué cuento esto. Al fin y al cabo, sólo soy un cadáver deshecho.

2 comentarios:

  1. La conclusión del texto es fantástica, me encanta ESA forma de romper el tono de la narración. Lo remarco porque la otra ruptura que identifico, entre los dos grandes bloques de la narración, no me parece tan efectiva: el cambio de registro entre la introducción y el nudo es muy condescendiente. Pasas de una prosa melosa, con tiempos verbales lánguidos y sintáxis pausada, a una escena intensa que rompe el estilo un poco para ir acompasado con la tensión del suceso... pero no del todo. Para mi gusto falta algo de cohesión entre ambas partes.

    Por otro lado, algunos puntos de la desintegración me resultan poco claros. ¿Todo se llena de luz pero el muerto sigue pudiendo distinguir todo? ¿No sería más lógico —y más fácil de atar con la primera parte— que esa luz lo dejara cegado (del mismo modo que te puedes quedar "ciego" al perderte en la nieve) y la muerte se describiera exclusivamente por los otros sentidos? No describas que las agujas en los ojos son de luz si estás cegado y no ves nada; recréate mucho más en describir el huracán atronador que escuchas; cuéntame algo de lo que hueles, ya que el olfato lo has obviado por completo (aunque es un sentido muy esclarecedor si te estás quemando vivo en un lugar privado de la vista).

    En resumen, la idea me parece espléndida y el estilo, un poco más refinado y constante en consonancia a la introducción, sería una gran forma de llevar de la mano este truculento pasaje. Y, por supuesto, magnífico final. Inmejorable.

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    1. Hola, Phaustho. Gracias por seguir comentando.

      En cuanto a la cohesión y el estilo, creo ver lo que dices. Quizá se me fue un poco con el ´nexo´ y a partir de ahí lo arrastré. ¿Qué sugerirías? Lo digo por tenerlo en cuenta a la hora de escribir textos similares.

      Vale, voy ahora a la desintegración. No te sigo. Efectivamente, todo se llena de luz. Pero el muerto no ´distingue´ nada. No, al menos, con la visión. Quiero decir a partir de la aparición de la luz, todo lo que él describe está ideado como sensaciones que provienen de los otros sentidos; si no fuera así, como tú dices, carecería de lógica.
      Podrías argumentar que ´ve´ su piel despellejándose o el metal al rojo, o las uñas carbonizadas. La mejor respuesta que puedo darte es que son todo sensaciones. Así era en mi cabeza antes de escribir el texto, y así se mantiene.¿O nunca te has quemado la piel con algo muy caliente? Dejando aparte el evidente dolor, sí que sientes cómo tu piel se levanta. Las uñas se explican por el propio tacto de las manos. Y el metal al rojo tendría sentido si fuera algo visual, pero aquí me refiero exclusivamente a la temperatura a la que está la silla.

      Es irónico que diga esto por escrito, pero a menudo pienso que dependemos en exceso de la vista.
      Y sí, admito el fallo del olor, pero me resultó complicado imaginar que alguien pudiera describir olores en esa situación, siendo las fosas nasales tan sensibles. Simplemente hablaría de más dolor, supongo.

      Por último, me alegra mucho que te gusten la idea y el final. La verdad es que este texto me llevó unos cuantos quebraderos de cabeza; me costó especialmente expresar lo que imaginaba. Pero basta de quejarme, jaja, dejémoslo en que me alegro :)

      Un abrazo :D

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