jueves, 27 de noviembre de 2014

Papel

  La gente solía dejarme trazos a lápiz, pero un día apareciste tú.
  Llevabas un cuchillo y algo de torpeza; un mechero y una sonrisa, pícara y maliciosa.
  El resto ya lo sabes.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Un día. (Algún día)

  Un día cualquiera irá cavilando mientras anda por un parque o una calle, o su misma casa, o esté en la cama, leyendo. Y de pronto se parará, todo a su alrededor parecerá ralentizarse.
  Con repentina confusión, se mirará las manos, y las verá extrañas. Recorrerá con una mano el dorso de la otra, con una lejana, casi olvidada delicadeza. Después entreabrirá los labios, tan sólo un poco, y también pasará las puntas de los dedos por ellos, despacio. Quizá incluso llegue a enrollarse un mechón de pelo en el índice de manera pensativa.

  Y luego, tras parpadear de forma incrédula varias veces, reconocerá, a su pesar, que se ha enamorado.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Día de vida 5441. (O diarios neuróticos)

  Era por, la mañana.
  Yo he ido a verla. Hoy hacía un poco de frío, sí, pe, pero hacía buen tiempo. Era un buen, buen día para verla. Yo estaba contento, ¡sí, muy contento! Ella me iba a esperar como, como los otros días.
  Tiene, ella tiene un pelo muy bonito. Yo quería tocarle el, el pelo, sí. Y quería tocar la, su mejilla, porque es suave, sí, muy suave. Y hoy se la iba a acariciar, seguro, sí. Por eso he corrido para llegar antes. Corrido mucho, sí.
  Pero pero pero ella estaba, estaba con él, sí. Y entonces él estaba hab, hablando y ella sonreía mucho mucho. Creo que le sonreía a, a él. Y le miraba tam, también. Y me he acercado pero pero no, no me ha mirado. Entonces me he acordado, sí, he acordado de que no no no no no me quiere.
  Pe, pero yo la quiero. Quiero mucho, sí.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Periquitos, periquitos.

  Yo solía tener dos periquitos.
  Los recogí de la calle cuando eran apenas crías. Spark era verde hoja, y Lina tenía el plumaje azul, con tonos rojizos.
  Tenían una jaula muy grande, para que no se sintieran presos. Estaban muy enamorados, y se pasaban el día jugando y cantando, revoloteando de un lado a otro con aquella energía inagotable. Los llevaba al parque y les daba de comer.

  Pero un día, en verano, ocurrió algo terrible. Estaba leyéndoles un cuento en el balcón, y abrí la puerta de la jaula para acariciarlos, porque parecía que se estaban quedando dormidos.
  Antes de que pudiese reaccionar, un borrón verde pasó ante mí, volando como una flecha hacia su libertad. Cerré la puerta rápidamente, quedándome allí plantado. Viendo cómo se alejaba, cómo batía sus alas. Esperamos durante días a que volviera, pero nunca lo hizo.

  Después de aquel día, Lina no volvió a ser la misma. Ya no cantaba, no daba sus graciosos saltitos, comía menos. Dejó de volar.

  Me pidió que hiciera algo, y tal vez por eso le prendí fuego.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Pequeño pasaje de acción introspectiva II

  J se encontraba pensando. Estaba sosegado. Casi apático, como siempre por aquellos días. Era un mar en calma.
  Pensaba sobre esto y aquello, revisando cajones de su memoria, ojeando por encima sus planes, seleccionando lo que le gustaba, tirando lo que no, escondiendo bajo la alfombra lo que le asustaba.
  Sucedió que, mientras hurgaba entre el cajón de las cosas que jamás fueron y el de las cosas que fueron pero terminaron mal, halló una ocurrencia antigua, la semilla de una idea. Quemaba un poco, pero la sostuvo entre en su mente sin perder la tranquilidad, esperando el momento oportuno mientras se frotaba los ojos con fuerza.
   Cuando los tres cuartos de luna comenzaron a ascender por el horizonte, dudó. J lo pensó tres veces, y plantó la semilla.

  La vio aparecer a su lado.
  Salió el tallo a la superficie y ella se acercó, se acercó mucho. La primera hoja hizo que le acariciara el pecho y le revolviera el pelo, sonriendo de forma traviesa. Dos, tres, cuatro hojas, y estaban besándose.

   Cuando se separaron, ella lo miró con tanto cariño que, por un momento, casi pareció que no la había matado.