sábado, 1 de noviembre de 2014

Pequeño pasaje de acción introspectiva II

  J se encontraba pensando. Estaba sosegado. Casi apático, como siempre por aquellos días. Era un mar en calma.
  Pensaba sobre esto y aquello, revisando cajones de su memoria, ojeando por encima sus planes, seleccionando lo que le gustaba, tirando lo que no, escondiendo bajo la alfombra lo que le asustaba.
  Sucedió que, mientras hurgaba entre el cajón de las cosas que jamás fueron y el de las cosas que fueron pero terminaron mal, halló una ocurrencia antigua, la semilla de una idea. Quemaba un poco, pero la sostuvo entre en su mente sin perder la tranquilidad, esperando el momento oportuno mientras se frotaba los ojos con fuerza.
   Cuando los tres cuartos de luna comenzaron a ascender por el horizonte, dudó. J lo pensó tres veces, y plantó la semilla.

  La vio aparecer a su lado.
  Salió el tallo a la superficie y ella se acercó, se acercó mucho. La primera hoja hizo que le acariciara el pecho y le revolviera el pelo, sonriendo de forma traviesa. Dos, tres, cuatro hojas, y estaban besándose.

   Cuando se separaron, ella lo miró con tanto cariño que, por un momento, casi pareció que no la había matado.

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