sábado, 14 de febrero de 2015

Cháchara filósofo-lingüística

–Falaces son sus argumentos. Difíciles, tanto de entender como de defender.
–¿Éstos, dice?
–Los que predican que la victoria dialógica suprema se consigue por medio de amenazas, junto a los que apelan únicamente a la autoridad que los defiende; especialmente falaces los segundos, teniendo en cuenta que es usted el representante de dicha autoridad.
–Incomprensible afirmación, la suya.
–Correcta, dada la ausencia de negación. ¿Me equivoco?
–¿Ignora usted el poder de lo implícito y oculto, acaso?
–Desconozco aquello que tenga que ver con lo que se me oculta, como es evidente.
–Aconsejo encarecidamente que empiece usted a considerar el hecho de que, en ocasiones, las cosas no son lo que parecen, incluso cuando cree haber buscado bien.
–¡Diablos! ¿Quiere decir que...?
–En efecto, sí, es justo lo que quiero decir. ¿Sabe cómo he logrado despistarle?
–¿Son todos esos sufijos innecesarios los que me han perdido?
–Probablemente, señor mío; probablemente.