jueves, 30 de abril de 2015

"Plop"

   "El sonido que oirá al abrir asegura un envase hermético."

  El universo estaba embotellado, pero ha reventado.
  Evidentemente, era un recipiente cerrado (y bien cerrado), pero no estaba pensado para contenerlo, para encerrarlo. Quizá galaxias; alguna nebulosa, pero en ningún caso universos.
  Claro que al principio no fue un problema. Al principio el bote estaba casi completamente vacío, es decir, lleno de nada. Casi, salvo por un minúsculo e insignificante punto de densidad infinita. Todo el mundo se enteró; el punto explotó hace mucho tiempo y empezó a crecer de forma exponencial, descontrolada y, por supuesto, incontrolable.
  Así que se expandió y se expandió, empujado por los gases de su interior, de su composición, gases que se iban formando conforme aquel informe coloso, aquel ciclópeo titán llegaba a la adolescencia.
  Mucho ha llovido, y mucho ha explotado desde entonces; galaxias enteras han nacido, hijas de un universo primerizo, e inocente en cuestiones de creación, y han muerto en los brazos de algo más maduro, pero no mucho más viejo.
  Muchas estrellas fugaces han llovido desde entonces.

  Y ahora el universo, lo que fuera un punto perdido en el vacío del vacío, con la ayuda de sus mil galaxias y sus millones de estrellas, ha reventado la botella, ese material extraordinario hecho de unas cuantas cosas y de nada a la vez que se ha colapsado hacia fuera, rompiendo la simetría, generando caos, explotando como una bomba de clavos, como pequeños torbellinos que, emancipados de su total cautiverio, quedan desorientados; desorientados, pero infinitamente enérgicos, con ansia de llegar, pero sin saber a dónde pretenden ir, enloquecidos por su recién adquirida libertad.
  Esta ínfima parte, y todo lo demás, ha escapado.

  La entropía ha ganado la batalla.
  Una nueva era ha comenzado.