jueves, 17 de septiembre de 2015

Peticiones, reclamaciones. Sugerencias.

  No nos llevamos bien, lo sé, lo sé. Así que, para no abusar, sólo te voy a pedir un pequeño favor.

  ¿Podrías existir un poco menos? Sería más fácil para los dos. Quiero decir, tienes derecho a existir, por supuesto, pero lo que yo te pido es que desaparezcas alguna vez. Los días impares, o los fines de semana, o en Navidad, o algo. A cambio, los días que existas con más fuerza, yo me comprometo a cerrar los ojos, dar la vuelta y difuminarme, esconderme como una perpetua figura gris en la esquina de un cuadro grande y colorido.
  Tú sabes que no me atrevería a intentar ensombrecerte, si bien a veces desearía que fueras menos brillante —y menos real que un recuerdo, menos palpable que una sombra—. Sin embargo, ahora que lo pienso, quizá bastaría con que fueras una sombra de reojo, una de ésas que ni siquiera estamos seguros de haber visto, ya sabes.

  Simplemente te pido que te esfumes un poco, sólo un poco, de mi vida.

viernes, 4 de septiembre de 2015

El pánico avanza inexorable cuando sabes que queda poco para tu fin

 Es curioso. Es cuando se te empiezan a caer los dientes cuando eres verdaderamente consciente de lo dura que está la comida.

 Y luego, para colmo de males, tu fiel público te repudia, por aquello de la mala imagen y tal.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Alienación

 Es difícil concentrarse cuando, sonriente y sugerente, vuelas azul en mi mente.
 Es extraño. Es como antaño.

Triste versión

 La Luna se estaba peinando
 en los espejos del-
Ah, no, espera, que el río estaba envenenado y negro de tanta contaminación.
-¿botellín roto?
Y un toro la está mirando
entre la ja-
¿Jara? ¿Qué jara; qué vegetación si se arrasa todo para construir urbanizaciones?
-jaula escondido.
Uf. Definitivamente, no es lo mismo.

martes, 1 de septiembre de 2015

Isabelinas

 Lo he olvidado.
 He olvidado su nombre, el nombre de la chica de la mirada depresiva, de la belleza de ojos amarillos y verdes y tristes, de esa sonrisa que era como una aguja en el corazón.

 Y me pregunto: ¿es una buena señal? Es un paso, sí, pero ¿hacia dónde? ¿Hacia el olvido y la eliminación de todo lo que con ella tenga que ver? ¿O es, por contra, un paso hacia la idealización de su persona, hacia la supresión de todo lo terrenal que pudiera haber en ella?

 Quizá la pregunta adecuada sea: si la vuelvo a ver, ¿será un rostro más o una deidad sin nombre?