viernes, 11 de diciembre de 2015

C ("Cumpleaños" o "Confesión")

  Siempre deseando, siempre, siempre. Siempre esforzándome un poco más, sin comprender que jamás lo conseguiré. Malgastando mis deseos de cumpleaños en ello.
  Debí haberlo entendido al principio, cuando los demás niños se burlaban de mí, por mis caras, por mi forma de hablar y de moverme, por mi pelo de escoba. Que no era como ellos, que jamás podríamos jugar juntos, que jamás podría estar a su altura.
  Y las chicas, oh, las chicas. Aquella etapa debió demostrármelo definitivamente, que no había forma de ser como ellos, de ser lo que ellas esperaban de mí y cumplir con sus expectativas. Que por muy "mono" que pudiera parecer, que por muy "especial" que me dijeran que era, lo nuestro nunca estaría bien visto, nunca sería "natural". Y todas fingían. Debí asumir que el amor tampoco era para mí.
  Los adultos no se quedaban atrás. Mi padre decía estar muy orgulloso, pero yo le oía llorar de vergüenza cada noche, cuando volvía con los libros ajados y aquel precioso estuche vacío. Se avergonzaba de mí, de lo que yo era, de haber participado en ello. Y él sólo era el más educado de los adultos; los demás me señalaban por la calle, riéndose en voz baja y comentando con sus amigotes, dándome golpecitos en la espalda: "Venga, chaval, que no es para tanto". Las mujeres me miraban con cara de pena, pero también susurraban sobre mí. Corrían las cortinas cuando yo pasaba.

  Es cierto que mis cumpleaños se prueban siempre de los peores días del año, con las sonrisas falsas, con el falso interés por cómo me va, con las visitas de familiares lejanos de mi padre que sólo quieren tener comidilla un año más. Es cierto.
  Pero lo de este año. La pastelera, que me miraba con más lástima que nadie, hizo por mi cumpleaños una tarta de astillas, ¡de astillas! Pretendiendo que me gustara y que pudiera tener una tarta para mí. Sólo era otra forma de mostrar al mundo que yo no era uno más, que era un bicho raro.
  Pero, por una vez, ¿tan difícil sería que se cumpliera mi deseo? Yo no quiero ser un niño de palo, un niño de madera.
  Yo sólo quiero ser un niño de verdad, maldita sea.

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