lunes, 26 de diciembre de 2016

lunes, 12 de diciembre de 2016

Diarios cualesquiera V

   Tachamos otra raya. Hoy toca tiza.

   (¿He utilizado tiza alguna vez? No importa).
   Ha venido él. Ha sido interesante. Hemos jugado a algo y hemos hablado, aunque no recuerdo muy bien de qué.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Segunda aproximación al concepto de la poesía

   La poesía la capacidad del ser humano de sentarse frente a una tormenta y no sólo verla, oírla y olerla; no sólo recibir gotas en la cara, sino entender la tormenta más allá de lo que se enseña, más allá de lo que se expresa con palabras, más allá de lo que se puede expresar con palabras.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Diarios cualesquiera IV

   Tachamos otra raya. Hoy son manchas.

   ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Estamos yendo! ¡No estábamos yendo y ahora vamos, ya lo creo que vamos! Es decir, bueno, ya no estamos Aquí y, definitivamente, todavía no estamos Allí, así que ¡debemos, por fuerza, estar yendo!
   A mi alrededor, las cosas no son como las recordaba. Claro que yo no podría recordar, porque yo nunca he estado allí. Sólo sé lo que (creo que) me contó ella, las historias. Y no estoy seguro de si sus descripciones encajan muy bien con lo que veo, aunque no me acuerdo muy bien. Supongo que no lo apuntaría. Aun así, ¡es tan emocionante! ¡Yendo, yendo!
   Cuando llegue, sabré que es, que estoy Allí. ¡Yendo!

viernes, 9 de diciembre de 2016

Diarios cualesquiera III

   Tachamos otra raya. Hoy es púrpura.

   Ha venido un momento. No era él, pero casi sí, esto es, vaya, que era alguien que era casi él. El caso es que me ha dicho, no, me ha traído una nota, para que no se me olvide, en la que dice "Pronto iremos. Falta menos". No sé cuándo, claro, qué pregunta, pero iremos.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Diarios cualesquiera II

   Tachamos otra raya. Hoy es atún.

   Cuando vino, ahora que lo pienso, cuando vino él, me dijo que íbamos a ir Allí. Sí, sí, ir otra vez, pero ¡es tan emocionante! Vamos y realmente vamos y puedo recordar que primero no íbamos y luego estábamos y luego hacíamos lo opuesto, o sea, ¡volvíamos!

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Diarios cualesquiera I

   Tachamos otra raya. Hoy toca tiza.

   (¿He utilizado tiza alguna vez? No importa).
   Ha venido él. Ha sido interesante. Hemos jugado a algo y hemos hablado, aunque no recuerdo muy bien de qué.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Primera aproximación al concepto de la poesía

(...)
—¿Y no es eso... un poco... inútil?
—Sí, claro, en cierto sentido lo es, pero no... no del todo.
—... Vale. Explícate.
—Pues mira, imagínate que coges dos palabras, ¿no? Bueno, pues las juntas... Bueno, que sean tres: imagina que coges tres palabras, ¿sí? Pues las juntas, las pones una al lado de la otra y, bueno, las escribes, o lo haces en tu cabeza, pero lo haces. Y una vez están juntas, bueno, eso es algo, ¿no? Quiero decir, bueno, no es nada, son sólo palabras, claro, pero significan algo, ¿no? Separadas tienen significado propio, pero al juntarlas, bueno, digamos que generan algo y ese algo adquiere, en fin, adquiere un nuevo sentido, un nuevo significado.
—Una frase.
—Ehm, sí, está claro, pero a eso lo llamamos hablar, transmitir, recibir palabras. Pero a lo que voy: no se trata sólo de poner palabras juntas, porque eso no siempre funciona. No en el sentido gramatical, claro, se da por hecho que eso siempre se hace bien, más o menos, porque si no ya no tiene sentido seguir hablando, sino en el sentido de... encajar. A veces hace falta una palabra en un sitio, del mismo modo que puedes necesitar una herramienta muy específica para una tarea. Bueno, al caso...
—Sí, venga.
—Cuando unimos palabras, cuando las enlazamos, lo que estamos haciendo es tratar de trasladar una imagen, una idea, un sentimiento hacia el exterior, hacia las otras personas partícipes del acto comunicativo. Y es precisamente eso, es como enviar un fax. Como decía alguien... Oscar... Oscar... En fin, Oscar: para escribir, sólo hacen falta dos cosas: tener algo que decir y decirlo. Porque ese es el problema en realidad. Todos sentimos cosas, claro, todos tenemos cosas que merece la pena compartir. Y supongo que el arte reside ahí, en la capacidad de hacerlo. Cada uno lo hace a su manera, por suerte, y pocos lo hacen muy bien. Supongo que también por eso es arte, ¿no?
—¿Como tú?
—No, no, yo... hago lo que puedo. Pero eso no importa. Lo que trato de decir es que el éxito está en conseguir causar en el receptor, en el lector, la misma sensación o el mismo sentimiento. O, bueno, en realidad no importa que sea el mismo, con tal de que se consiga transmitir algo. Eso también es poesía. Es difícil, muy difícil hacerlo a la perfección, aunque depende del momento y el lugar, claro. Y cuanto mejor se hace, más se acerca uno a lo que sería, a lo que llamaríamos la verdadera poesía, la verdadera literatura. Que, por supuesto, y por suerte, no son únicas, eso no tendría ningún interés.
—... Ajá. Pero, todo esto... ¿para qué?
—Bueno, la pregunta en sí es un poco tonta. Para nada, claro, pero para muchas cosas, por fuerza. No sé, somos seres que piensan y sienten y están vivos y se comunican, ¿no? Pues hacerlo, escribir, es una especie de intento de comunicarse creando belleza, pero claro, tendríamos que definir la belleza... Bueno, que no. Tenemos la necesidad de hacerlo, así que hay algo bueno, algo, por así decirlo, especial en hacerlo y en hacerlo de una determinada manera. Decía el tal Charles Beu... Boi... Bu... Sí, bueno, Charles. Charles decía que un hombre (para nuestros propósitos diremos ser humano) puede aguantar dos días sin una miga de pan, pero ¿sin poesía? ¡Jamás! Eso decía, y yo creo que tiene razón. Creo que también ayuda a dar sentido a las otras cosas; es una forma de ampliar nuestras miras en un sentido más... espiritual, emocional... lo que quieras. Creo que ayuda a completar nuestras vidas, ¿no? Ejercitar nuestra imaginación, nuestra capacidad de soñar con... otras cosas. ¿Inútil? Puede, pero también... también es necesario.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Introducción a la aproximación al concepto de poesía

   Hola.
   Voy a escribir una serie de entradas, no sé cómo de larga, sobre lo que significan para mí la poesía y la literatura en general. No pretendo ser objetivo y no conozco terminología elegante que pueda utilizar, así que va a ser todo muy abstracto e informal. Voy a ser sesgado y voy a utilizar imágenes y comparaciones y metáforas, esto es, voy a utilizar literatura para hablar de literatura. Normalmente utilizaré los dos términos de forma indistinta, aunque mayormente me referiré a la poesía. De alguna manera, es una continuación de lo que intenté, sin mucho éxito, comunicar con mi entrada de "Escribir no (sólo) significa juntar palabras". Pero bien hecha.

   Por todo esto ruego que nadie se lo tome a mal. Lo que digo son, en efecto, aproximaciones, más o menos acertadas, y voy a tratar de transmitir lo mejor que pueda mis ideas. No son la verdad absoluta y ni siquiera son mi verdad absoluta, pero espero que contengan alguna verdad con la que más personas puedan comulgar. Igual que no son absolutas, tampoco son limitantes/limitadoras/excluyentes: que diga una cosa no quita la otra a menos que diga que así es. Dicen que definir algo es limitarlo, y yo no creo, no quiero que haya límites para esto.

   Es todo. Espero que os guste el experimento.

PS: Por supuesto, me gustaría que alguien comentara, ofreciera un contraste, diera su opinión sobre lo que plantee o lo discuta. Estaría guay, de verdad.
PPS: No, esto no cuenta como entrada del mes. Es una especie de nota. Habrá entrada(s) en diciembre como todos los meses, tranquilidad.
PPPS: En resumen, van a ser textos experimentales.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Sobre la existencia

  Hay una casa.

 No un apartamento o un piso, no, una casa. Es una casa de esas antiguas, pero sólidas. Con los muros exteriores recubiertos con tablones de madera clara. Una cubierta a dos aguas, de teja. Tiene una chimenea sólo ligeramente torcida hacia el sur y tiene también un porche con un banco bajo y una mecedora que baila tímida con el viento. La barandilla está sucia, pero en su momento fue de color crema. Hay algunos árboles alrededor.

  La puerta principal da al comedor. Hay una lámpara con una pantalla cubierta de telarañas, un sofá muy gastado y muchas sillas con cojines deshilachados. Una mesa pentagonal en el centro. No hay televisor. El otro lado del comedor da a la cocina, a la que también se puede acceder por la puerta de atrás. Los armarios están abiertos: sólo un par contienen alguna lata de conserva. En la cocina flota un aire algo rancio.

  Entre la cocina y el comedor hay a un lado un baño y al otro una escalera muy estrecha que sólo cruje en otoño. La buhardilla está llena de baúles de disfraces, juegos de mesa y herramientas. El primer piso tiene el segundo baño, la habitación principal y una habitación secundaria. La habitación principal está presidida por una cama con dosel rodeada de armarios. Todos vacíos, también. Las perchas desnudas cuelgan desordenadas.

  La puerta de la otra habitación está cerrada desde dentro, con pestillo. La llave está puesta. Las persianas bajadas. No es muy grande. Hay una cama con sábanas limpias y una cómoda. Una bombilla solitaria pende de su cable. La cómoda tiene cuatro cajones y un pequeño armario. Los cajones están atestados de papeles escritos, rayados, subrayados y tachados.

  La puerta del armarito está cerrada. Una carpeta de gomas negra está apoyada contra ella, evitando que se abra. Dentro, sin ocupar todo el espacio, hay una pecera de cristal redondeada, abierta por arriba. En ella descansa un pez betta. Aletea lentamente. Girando sobre sí mismo. Muy, muy despacio.



   Y no somos más que eso. El sueño del pez betta que duerme en la pecera dentro de la cómoda. Nada más. 

sábado, 22 de octubre de 2016

¿Arrepentimientos?

  Me resulta francamente difícil leer los principios de archivo del blog, igual que seguramente me resultará difícil leer esto dentro de varios años (¿seguiré escribiendo dentro de cinco años? Qué pregunta tan inquietante, de verdad).
  Lo que quiero decir es que me siento muy tentado de borrarlo. De eliminarlo para siempre de la existencia del mundo mundial. Algo así como los cuatro primeros textos, esos en los que comento una imagen de forma algo mediocre, o cuelgo una entrada más bien ñoña. No es que esté mal, es que  es como muy... Descuidado, inocente, muy indefenso. No quiero caer en el error de "qué joven era hace dos meses y cuánto he madurado desde entonces y qué mayor soy ahora", pero sé que no soy la misma persona que escribió esto. Ugh, jaja. No, no lo abras.

  Inevitablemente, me autodesautorizo conforme pasa el tiempo y puedo ver fríamente lo que antes no, pero no puedo evitar sentir algo de vergüenza por haber, hum, producido esas cosas. Puede que no debiera, pero así es.

  Planteémoslo de otra manera, de una manera algo más positiva. He mejorado en unas cuantas cosas. Mi puntuación es ahora más precisa, más sólida, eso seguro. He perfeccionado un poco este arte de transmitir cosas con palabras. He visto más sitios, he hablado con más gente, he sentido más cosas y he aprendido un par de trucos. Hablar he hablado mucho muchísimo, eso lo puede decir cualquiera que me conozca. Y es por eso que me resultan un poco insoportables mis primeros textos. En realidad, como muchos textos en los que aparezco como enunciador.
  De hecho, ahora mismo parece que esta entrada sobra, pero en fin. Qué le vamos a hacer.

  Puede ser que algún día dentro de cinco años decida eliminar esos textos, pero de momento ahí se quedan.


  (Ahora entiendo que Kafka le rogara a Brod que lo destruyera todo).

viernes, 30 de septiembre de 2016

Escribir no (sólo) significa juntar palabras

   Hola. Hoy vengo a dar mi opinión sobre un tema que me irrita, preocupa y (creo) concierne a partes iguales.
   Voy a tratar de ser lo más objetivo posible y dar argumentos serios, aunque no puedo garantizar que lo consiga. Vamos allá.

   Todo empezó hace unos días, cuando navegaba por Internet. Estaba ojeando una cuenta a la que sigo que publica poemas cortos, o microcuentos o micro reflexiones... Cosas así. Y publican cualquier cosa que les manden, siempre que no sea ofensivo y que no exceda cierto tamaño. En principio es un concepto muy enriquecedor: compartes tus cosas, ves cosas de otros y, muy importante, no necesitas tener fama o reconocimiento para que te publiquen (eso significa que es más fácil lograr visibilidad). Es como un mural en el que cada uno va y comparte algo que, cree, merece ser compartido.
   Y, en general, funciona bastante bien. Como es natural, aparecen en ese mural muchas cosas, algunas muy originales, otras atrevidas, otras muy tiernas, otras empalagosas... Un poco de todo. Y, como también es natural, hay cosas mejores y peores (entendamos por "mejor" una mezcla de originalidad, sentimiento, humor o inteligencia, y por peor una frase típica y refrita como "Una hora en conocerte, un día en enamorarme, una vida en olvidarte" o "Si quieres saber cuánto te quiero, cuenta las estrellas del cielo", en cuanto a que son poco originales, no contienen prácticamente sentimiento porque son tópicos, y no mucho humor o inteligencia, por lo general). Y no se reduce a frases de amor, eso son sólo ejemplos. Volveremos luego sobre esto. 

   Cambiando de tercio, admitamos por un momento que escribir es un arte. Que hay artistas de las palabras, personas que pueden hacer magia con ellas, que son capaces de crear utilizando estos extraños trozos de aire. Como artistas que son, tienen una habilidad, digamos una facilidad, para hacerlo. Hay quien tiene más facilidad para crear cosas. También tienen un estilo que, de forma ilusoria pero esperanzada, llamaremos propio (quizá único sea exagerar). Puede que parezca que divago, pero sé a dónde voy. 

   Y con ese estilo propio de cada uno, con esa forma de crear, se genera una especie de "límites" de lo que es literatura y lo que no (límites difusos y cambiantes, gracias al cielo, pero límites al fin y al cabo). No pretendo definir qué es la literatura, qué la poesía, ni mucho menos. Creo firmemente que en muchas cosas se puede encontrar la literatura si se sabe mirar el mundo de formas distintas. La cuestión es, simplemente, que algunas cosas son literatura y otras no. Algunas palabras, agrupadas de la forma adecuada, ordenadas y bien escritas, consiguen tocar algo en el lector y al agruparse de forma distinta generarían otro efecto. Otras no. Esto es algo que todos sabemos, creo.

   Volviendo al arte, y confieso que sé demasiado poco sobre el tema, vamos a poner un caso. Vamos a hablar del tan criticado arte abstracto. Yo, por ejemplo, no entiendo Number 30, Autumn Rhythm, o Slow Swirl at the Edge of the Sea, pero sé que expresan algo. Un cuadro tiene que expresar, tiene que transmitir. Y yo no puedo pintar un Pollock y hacerme rico porque, aunque podría pintar mil rayas e inventarme patrones y deshacerlos e incumplirlos, no sé hacerlo de la manera adecuada. Esto es muy discutible, pero, por favor, quedaos con esta idea: hay que tener talento, trabajarlo y saber lo que se está haciendo. No vale pintar once rayas horizontales con los ojos cerrados. O quizá sí, vale, pero hay que saber hacerlo xD.

   De la misma forma, hay gente que escribe y gente que escribe. Y no seré yo quien le niegue a nadie el (sagrado) derecho de escribir. Es cierto que cada uno tiene una forma de escribir, un estilo, una manera propia de expresar lo que lleva dentro, y es ahí donde tienen que ver los límites de que hablábamos. Dos escritoras pueden tener un mismo sentimiento y expresarlo con palabras totalmente distintas, o no, puede que se parezcan, puede que acaben diciendo cosas aparentemente opuestas... La personalidad de cada una, sus vivencias, los libros que han leído y el número de copas que han roto a lo largo de los tres últimos años condicionarán, y mucho, sus textos. Y los dos podrán ser calificados de "literatura", o de "poesía", o de vaya usted a saber qué.
   Y luego hay gente que junta palabras. No pretendo ser clasista, pero veo que hay personas que juntan palabras, las ordenan, las miran del derecho y del revés, y creen que eso está bien. Creen que han escrito algo. Puede que crean, incluso, que es profundo, que alguien se sentirá identificado con ello, que logrará tocarle la fibra a todo el que lo lea. Y a veces, ocurre que han creado una pila de palabras que no es hermosa, ni profunda, ni transmite nada de nada. Y quedan muy pagados de ello.
   Pero aún hay más. Algunas de las personas que lean eso pensarán, aunque no lo entiendan, que es magnífico porque tiene que ser magnífico. Sin pensar de verdad al respecto, sin considerarlo de forma crítica, sin darle vueltas. Y contribuirán al orgullo de la persona que ha escrito eso.
   Sé que no estoy dejando nada claro, pero un momento más, por favor.

   Volviendo a mi anécdota de Internet, estaba paseando la vista por el mural y me encontré con esto:

Entre la espada y la pared
languideció su corazón,
inocente de que en el amor
también existe el dolor

   ¿Me perdonaréis si os digo que me parece basura? Como sé que no, lo diré de otra forma: han cogido una frase hecha ("entre la espada y la pared"), han cogido un palabra que suena a culto ("languideció"), sospecho que han confundido dos palabras (inocente por inconsciente) cometiendo una especie de dequeísmo, han cogido algo de léxico típico amoroso y han hecho una rima. Y eso es lo que han publicado. Es cierto que, analizándolo, tiene sentido, pero, tras pensarlo bastante, creo que es un batiburrillo recargado que no consigue transmitir bien lo que quiere. Si es que realmente hay un sentimiento y no es sólo un grupo de palabras ordenadas con una ruleta, vaya.
   En resumen, que no. Que no creo que todo lo escrito sea literatura, y que creo que todos deberíamos pensar más en lo que escribimos y en lo que leemos. Que cualquiera puede juntar palabras, pero de ahí a llamarse poeta hay un trecho bien largo.

   Y hasta aquí por hoy. Si alguien cree que me equivoco, o que hace falta algún matiz, agradeceré que lo indique en los comentarios.

   Buenas noches y feliz octubre.
   (Cómo me gustaría que los meses se escribieran con mayúscula).

miércoles, 17 de agosto de 2016

De desencuentros

   Son malos tiempos para la caza de tesoros. Antes era todo tan fácil como penetrar en la cueva, pala y candil en mano, y salir arrastrando oro, plata y diamantes, mientras que ahora se parece más a meterme en la cueva con los ojos cerrados y sin luz. Y sin pala, claro. No sé dónde demonios habré puesto mi pala.

   ¿He vaciado ya la cueva? ¿O es, acaso, que me han robado? ¿O siguen los tesoros ahí, sólo que ya no soy capaz de distinguirlos, separarlos, extraerlos? Me aterra esa posibilidad porque, al fin y al cabo, ¿de qué sirven los tesoros si no los puedo ver? Saber que están ahí no hace sino frustrarme. ¿Y si no puedo llevármelos? ¿Y si puedo verlos, tocarlos y, de alguna forma despreciable y enfermiza, disfrutar de ellos, pero no puedo sacarlos de la cueva? Podría venderlos y transferir, de alguna forma, su propiedad, pero a nadie le servirían de nada. A menos que montara un museo en mi cueva, aunque no sé si tengo derecho a hacer eso. Pero tampoco quiero, en realidad. Pensándolo bien, ¿me he equivocado de cueva? Aunque lo sabría, supongo. Es mi cueva. Tampoco sé entrar en otras cuevas: de hecho, ni siquiera sé si existen otras cuevas.

   Yendo un paso más allá, enfrentándome al problema de verdad: ¿me he confiado demasiado y mi cueva ya no existe? Sé que ha existido: de eso no me cabe la menor duda (y si cuestionara eso tendría que cuestionar todo lo demás, incluso a mí mismo), pero nunca he sabido si existiría indefinidamente: puedo afirmar que no sé si mi cueva existirá. Así que la gran pregunta es: ¿es ahora el momento en que mi cueva ha existido y ya no podrá existir porque ya no existe? En otras palabras, ¿está dejando de existir en este preciso momento? (Suponiendo, claro, que pueda dejar de existir y que ese paso de la "existencia" a la "no existencia" sea gradual o, cuanto menos, no instantáneo). Y, si es así, ¿puedo evitarlo? ¿Cómo encuentro la marcha atrás, cuando ni siquiera sé si hay una marcha que avance?
   Y si decido ponerme metafísico y recuerdo muy oportunamente que la cueva es producto de mi voluntad, y que aun así, no tengo confirmación de que exista, puede haber dos causas. En primer lugar, podría ser que mi voluntad no fuera que la cueva existiera (o que mi voluntad fuera que, activamente, la cueva no existiera), pero eso es mentira, porque deseo fervientemente, o mejor dicho, necesito, o aún mejor, necesito querer que la cueva exista. Lo que nos deja con la segunda, si cabe más paradójica, posibilidad: que mi voluntad no exista. Entonces, la cueva, desde luego, no existiría, porque no habría causa. Pero sé con la misma certeza que mi voluntad, insisto, es que la cueva exista y que, además, haya tesoros en ella.

   Por lo tanto, la única conclusión a un tiempo lógica y posible es que yo no exista.Y si yo no existo, bueno, entonces mejor que me calle.

domingo, 17 de julio de 2016

Pequeña lección de autoobservación y humildad

[Verano. Uno sale de la ducha y se sienta entre todos, recién vestido. Dos entra en escena)

U: Uh, maldigo a todos los demonios, qué calor hace...
D: No, en realidad no es que haga más calor que antes. Lo que pasa es que te acabas de duchar con agua helada y la temperatura se ha mantenido casi constante. Al entrar en la ducha has sentido bastante frío, claro, pero enseguida has pasado a estar cómodo y aliviado. Y después de acostumbrarte a ese entorno has salido, para encontrarte con la misma temperatura, que por el nuevo cambio, a ti te ha parecido mucho más elevada. De hecho, el calor que sientes es prácticamente equivalente al frío que... Bueno... Aunque supongo que eso... Ya... Lo sabes. ¿No?
U: Sí, la verdad es que sí, pero gracias, Dos. Bien dicho.

sábado, 25 de junio de 2016

Soplos de aire fresco (se ruega lean y comenten)

   Introducción no-breve

   Hola a todo el mundo.
   Hacía tiempo que no me dirigía a los lectores y lectoras (usaré el masculino por costumbre, pero que por favor nadie de ningún género se sienta en exclusión) del blog. Suponiendo que haya lectores, claro.

   La gente que me conoce un poco sabe que soy, en muchos aspectos, una persona voluble. Muy voluble. Y lo soy también en lo que respecta a la imagen que doy de mí mismo en todas partes: a la imagen que dan mis cosas en todas partes. Si por mí fuera, lo cambiaría todo constantemente, porque la mayoría de cosas no me convencen lo suficiente para mantenerlas por mucho tiempo.

   Sin embargo, con este blog es distinto. No porque todo en él me parezca inmejorable, ni mucho menos. La razón de que la imagen de este blog haya permanecido básicamente invariable durante estos casi cuatro años es que quería evitar a toda costa la inconstancia, la inestabilidad, el continuo cambio motivado por razones poco sólidas. Y, contrario a mi forma de ser y comportarme, esto está, como quien dice, igual que el primer día. Y ahora toca cambiar.

   El cambio ya no es caprichoso, la motivación es sólida. Quiero cambiar porque parece un buen momento para actualizarse, quitarme el polvo y el óxido. Pensándolo con calma, creo que es hora de mudar mi piel de serpiente y renovarme un poco. Ser lo mismo, pero serlo de otra manera.

   ¿Qué quiero cambiar y a qué estoy abierto?

   En primer lugar, la dirección de arriba. Sé que en algún momento, y durante un tiempo, me representó bastante bien, pero, como decía, yo ya no soy lo que era. E "idiota-sabio" me parece ahora incluso pretencioso. Y detesto parecerlo. No es esa la imagen que quiero dar. Por eso he encontrado una sinestesia fascinante, que creo que va sustituirá a mi dirección actual. Éste es un aviso importante, porque significa que la dirección que hasta ahora seguíais quedará invalidada.

   En segundo lugar, me planteo cambiar el propio título del blog. Sí, suena muy bonito, pero ¿representa lo que hay aquí dentro? No lo sé. De hecho, pensarlo me molesta un poco, porque este nombre me parece, cuanto menos, irritantemente típico. De hecho, "El blog de un soñador" ya existía antes que este blog, pero hace ya tiempo que adelanté a ese otro blog, que ahora aparece justo debajo del mío al buscarlo en Internet. (Lo cual me hace muy feliz). La verdad es que justo en este aspecto no tengo ideas, y agradeceré cualquier propuesta que me sirva de punto de partida para un nuevo nombre para el blog.

   En tercer lugar, el fondo. De verdad, yo no quería, a mí me gusta mucho mi fondo, pero se me ha comentado recientemente que es excesivamente... ¿Tétrico? Una de las frases fue: "Bueno, es que si entro yo ahí y veo ese fondo, salgo corriendo". No es muy alentador, la verdad. Pero puestos a cambiar cosas, me he puesto a hacer probatinas editando la imagen del fondo que ahora tengo y están saliendo cosas chulas, la verdad.


   Y creo que eso es todo. Esta entrada es un aviso para que cuando lleguen los cambios no pillen a nadie desprevenido. De todas formas, todavía se podrá acceder al blog desde mi perfil, así que que no cunda el pánico.

   Os invito, a opinar ahí abajo, donde los comentarios: a proponer cosas que no haya dicho y os gustaría ver, a dar ideas, a criticarme, o lo que sea. Ya se sabe. El cuadro de vuestro comentario es eso: vuestro. Me hace mucha falta saber que opináis, y os lo agradeceré mucho si me lo hacéis saber.


   Un saludo algo ansioso a todas. Las personas.

Servipalizas

   Palizas al gusto; elija cuán duros somos con usted. ¿Se siente culpable por algo? ¿Merece un castigo, pero nadie se lo da? ¿Quiere liberar toda esa tensión? ¿Necesita esa excusa para no ir a trabajar? ¿No se encuentra cansado por las noches? ¿No sabe cómo llenar ese vacío en su vida?
   ¡Nosotros tenemos la solución!
Estamos especializados en vapulear, machacar, apalear, azotar y, muy especialmente, "apalizar".

  Disponemos de puños de gran calidad e instrumental variado, desde fustas hasta cepos, pasando por barras metálicas y látigos al más puro estilo faraónico. Con  mención especial a nuestras mascotas, que harán las delicias de los más pequeños. ¡Consulte nuestro catálogo!
(Si lo desea, también puede visitar nuestra página web para diseñar su paliza personalizada en el simulador).


—Rotura de huesos y luxaciones opcionales.
—¡Sin rotura de dientes! (En caso de solicitarla, se abonará cada pieza por separado).
—Ofrecemos depilación de las zonas a golpear, lacerar, etc.
—Disponemos de mudas para sustituir su ropa.
Además, durante un periodo limitado, ¡ofrecemos lapidaciones!


¡Firme ya! ¡No se arrepentirá!


*Abstenerse perturbados.

domingo, 19 de junio de 2016

Mujer de setenta y tres años, sobre la lectura

—Es que ahora no se lee. Aunque bueno, antes tampoco. Cuando yo era jovencita, no leía nadie. Éramos ocho amigas y la única que leía, yo. Y lo que alguna leía eran novelitas rosas (sabes lo que son novelitas rosas, ¿no?), que a mí me ponían frenética: ¡no había quien lo aguantara, aquello! Yo empecé leyendo las novelas de Agatha Cristhie: «Uy, qué horror, qué horror, ¿cómo puedes leer eso?», me decían. Y aún hubiera leído mucho más. ¡Ay, qué lástima, que en mi casa no hubiera dinero!

sábado, 21 de mayo de 2016

"En respuesta a Bukowski" (o "Entrada muy modalizada")

   En respuesta a Bukowski: sí, quiero.

   Me quemo por dentro si no escribo: necesito prender fuego a mi exterior con las palabras de mi interior.

   Si no escribo me consumo, me deshago, me atrofio.
Y escribo porque, aunque me sienta inseguro, lo necesito.

   Escribo porque las palabras pesan demasiado dentro de mí, porque tengo que liberarlas para que no se me coman por dentro.

   No lo hago por el dinero, ni por la fama. Y ciertamente me niego a hacerlo por gustarle a alguien. De verdad.

   Escribo porque necesito dar forma a lo que siento, porque necesito moldear y cortar y desbastar y romper.

   Porque necesito fundir mis emociones y bañarme en ellas, porque soy demasiado pequeño para contener lo que llevo dentro.


   Escribo porque es mi forma de gritar.
   Escribo porque ardo por dentro.
   Escribo porque, si no lo hago, reviento.

martes, 12 de abril de 2016

¿Todo claro?

   Sabemos que si no fuera, lo sabríamos. Pero si fuera, podríamos no saberlo; no tendríamos por qué saberlo, no podríamos saberlo. Si no fuera, lo sabríamos, pero si fuera, no lo sabríamos.

   Entonces, parece lógico concluir que, si no lo supiéramos, sabríamos que es, porque, de saberlo, sabríamos que no es. Pero al no saber que es, sabemos que es.

viernes, 8 de abril de 2016

¿Razones? II

   El pelo. Creo que es ese pelo.
   Recuerdo una tarde, en un banco, hablando tú y yo. Y ese pelo dorado, cayendo como en... bucles, o espirales. Tu rostro enmarcado en oro.


   Puede que sea el pelo, sí.

viernes, 18 de marzo de 2016

El correo trae malas noticias

  Tú.
  Quiero que sepas que no me siento halagada por tus muestras de "afecto" ni por tus "ingeniosas" cartas llenas de rimas con mi nombre, ni mucho menos por los dibujos de nosotros dos en el "palacio real".
  Quiero que sepas, también, que no estoy triste, ni pálida, ni mucho menos sola, así que por favor, deja de enviarme poemas que (no sé cómo) sabes que me gustan, porque sólo consigues estropear el aprecio que les tengo.

Firmado:
La princesa de la boca de fresa, alias Fresa.

domingo, 28 de febrero de 2016

Introducción a la filosofía aplicada a la memoria

  Parece ser que Platón cita erróneamente a Heráclito cuando escribe aquello de "ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río", porque la expresión original, por lo visto, es "en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos".

  Pero debo atenerme a la primera cuando pregunto: si ningún hombre puede entrar dos veces en el mismo río, ¿yo te he besado alguna vez?

miércoles, 20 de enero de 2016

Deslizarse irremisiblemente

Oscuridad. Pero no completa. Pilotos. El piloto de los enchufes. El piloto de la televisión. Los dos rojos. Piloto y copiloto, los dos verdes, de mi ordenador. Sendos. Vuelo al infierno. Su billete, por favor. No tengo. Bueno, es igual, aquí entra cualquiera, ¿sabe? Sabe a menta, el infierno. A menta rosa. Una especie de música suena, como un tono constante, como una repetición, como la música de un ascensor. Se interrumpe. Un sonido, un chirrido triste. Las luces rojas y verdes y rosas se apagan. Hay una luz blanca, la del ascensor. También se apaga. Oscuridad. El ascensor es estrecho. Estrecho y ahora también bajo y corto y pequeño. Sólo me siento asfixiarme, no como si no hubiera aire, sino como si no entrara. Agua. Agua caliente. Agua hirviendo. Un grifo. El tubo. La cañería. Conductos y más conductos de ventilación. Un ventilador. Desorientación. Busco los pilotos, busco a los pilotos. Lamentamos informarles de que estamos teniendo dificultades técnicas por turbulencias. Por favor, permanezcan sentados o tumbados o atrapados, atrapados y encerrados y enterrados y, por qué no, incinerados también. Que no cunda el pánico, todo está controlado. Otra música, una música vibrante. A trompicones. Ah, bueno. Es que son gritos. No, disculpe, yo sólo quiero... No, por favor, déjenme pasar, yo puedo pasar, no soy quien creen, esto es una grave equivocación, yo debería estar al otro lado con.

domingo, 10 de enero de 2016

Puerta al País de las Maravillas

—Mira; me gustas, me gustas mucho. Y ya sé que se han equivocado conmigo, que no deberían perseguirme. Sé que tú lo entiendes, y te lo agradezco mucho. Pero no voy a entregarme, porque sé que tu explicación no los hará razonar —una pausa.
«Verás, yo... Estamos aquí, delante de esa portezuela —señalando—, y voy a huir allí abajo. No espero que lo entiendas y sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero acompáñame. Por favor. Si no vienes, te quedarás aquí y no tendrás que explicar nada a nadie. Y prometo que no te molestaré más: fin de la historia.
«Pero si vienes... Bueno, no tengo nada racional que ofrecerte; ni siquiera puedo asegurarte que vayas a volver pronto o que cuando vuelvas seas la misma persona. Sólo sé decirte que te enseñaré un lugar increíble y lo descubriremos juntos. Vivirás aventuras que normalmente sólo podrías soñar. Es un lugar peligroso y extraño y lleno de... seres... bueno, seres peculiares, y allí las cosas... siguen otras reglas.
«Sé que todo esto te parecerá absurdo, pero, por favor, confía en mí. Es nuestra única oportunidad. ¿Lo harás?».

viernes, 1 de enero de 2016

Desesperanza #2

  Es duro ver cómo aquello que, hace no tanto, defendías con fiereza, creías con confianza absoluta, se deshace de repente. Te das cuenta de que vivías con los ojos velados y la flor que tan bella te parecía, cuyo olor te embriagaba, te resulta ahora mustia, vieja. Las palabras que antes te guiaban y reconfortaban son ahora poco más que una carcasa vieja, vieja y vacía. Te das cuenta de que lo que creíste era parcial, sesgado, incompleto, fútil, quebradizo.
  Y duele, no sólo porque descubres que vivías en una mentira y la amabas, sino porque ahora no sabes qué flor oler, qué palabras creer, en quién confiar. Qué amar.